Necesitamos de las caricias, para sentir que estamos vivos...para reconciliarnos
con nuestra esencia, naturalmente y sin tapujos...
Las caricias, como un soplido mágico, deben salir de nosotros mismos, porque cuando
acariciamos , hablamos sin escuchar, escuchamos sin oír y actuamos sin mirar.....
acariciamos con los ojos, acariciamos con las manos...paseamos por caminos de cuerpos
descalzos, desnudando el alma.
Acariciamos con la mente, a veces con poesía, otras con recuerdos.
Atravesamos bosques con aromas frescos y sabores dulces....realizamos un vuelo alto
de alas gigantes, planeando en un cielo límpido y claro....nos sumergimos profundamente
en mares de contención y terciopelo.
Una sonrisa acaricia y se posa en el corazón del otro, iluminando su espíritu y su cuerpo,
sanando heridas, revitalizándolo todo.
Nuestros cuerpos están diseñados para ser acariciados, nuestros sentidos necesitan
ser activados...sentir, de eso se trata ...de sentir, al acariciar y al ser acariciado.
La piel del pecho de uno, sobre la espalda del otro, esas cosquillas que sentimos cuando
unos brazos rodean nuestro cuerpo...se siente el cobijo, se siente la calidez y la confianza.
Acariciemos con las manos, acariciemos con los ojos, con el alma, con la sonrisa,
¿A donde te has ido con tu caminar?
quedate cerca que te necesito y te echo de menos.
Quitate esas plumas,
y encuentrate,
centrate,
llenate de tu música,
con tus paseos candenciosos,
y oir tu voz sería una delicia,
para quedar, mirarte,
y aunque no nos abracemos,
ni nos toquemos,
para no llamar al mal tiempo,
no sé tú,
pero yo te necesito.
Fotografía: Alone by Angie Chiara
Me gustaría que fuesemos dos amigos sin tapujos,
desnudos de pies a la cabeza,
sin ocultarnos nada,
que nuestras almas se uniesen,
sin saber porque, ni que hubiese ninguna razón,
sentirnos cómodos y alegres cuando estamos juntos,
sin saber que esa teleraña de bienestar,
nos conmueve hasta lo más profundo de nuestro ser,
no sé, si eso es posible,
pero para mi,
cuando existen esos instantes contigo,
esos son mis momentos de felicidad.
Fotografía: Arnt Ove Jøsang
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